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Hace años los matrimonios no eran ni la sombra de los de hoy en día. Mis padres siempre me han contando que cuando una pareja se casaba, uno parecía seguir con la vida que tenía de soltero, pero su pareja tenía que cambiar por completo la suya, quedándose en casa.
Eso no tiene por qué ser así, desde luego en una pareja, lo primero es hablar para saber bien las ideas de la persona que tenemos al lado. Un matrimonio es comprensión, compartir y sobretodo, confianza. Para que nuestra vida en común dure más tiempo, debemos evitar los celos, eso ante todo, no debemos de agobiar a nuestra pareja si un día llega tarde o si queda después del trabajo para tomarse una cerveza. Todo esto, siempre y cuando se comente con la otra parte…recordad: compartir.

No hay que pasarse con las preguntas porque si confiamos, no nos harán falta y por supuesto, debemos ser tolerantes, pero dentro de un límite. Respetar sus gustos porque cada persona es un mundo y no podremos cambiar ni que nos cambien de ideas. Siempre se puede llegar a un acuerdo y hacer cosas que os gusten a los dos o repartirse: un día fútbol y otro ir de compras juntos.

Si hay algún enfado no hay que ponerse en lo peor porque, una vez hablado, llegan las reconciliaciones y es un punto muy importante que deben tener todas las relaciones. Creo que no es tan complicado si cada uno pone de su parte, si hay respeto y sobretodo, amor.
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