No nos pilla de sorpresa cuando nos dicen que después de casarnos la historia cambia. Sí es cierto, pero quizás, en nosotros mismos está la clave para que ese cambio no sea demasiado drástico y ambos puedan seguir disfrutando de una vida muy feliz.
Claro está que esa fase donde saltan chispas se va apagando pero no para dar un paso atrás, sino para comenzar una nueva etapa en la que se basan los cimientos del nuevo matrimonio.
Sin duda, el día a día de cada uno puede ser muy diferente por eso lo más aconsejable es buscar siempre un momento del día para hacer algo juntos. Ya sea para comer o para descansar en el sofá con una copa de vino y contándonos lo que nos ha sucedido.
Todo se basa en la confianza y en la sinceridad para que poco a poco el matrimonio sea uno de los pilares más fuertes. En esta etapa, además de pasar tiempo juntos, debemos de seguir arreglándonos y cuidándonos como hacíamos antes.
No podemos caer en el error de la dejadez, tanto en nuestra manera de vestir como en nuestro peinado. Ya no solo por la persona que tenemos a nuestro lado, sino por nosotros mismos, para vernos mejor cada día.
De vez en cuando no está de más, dedicaros un fin de semana para vosotros o alguna noche romántica, con algún detalle y sorpresa. Esto creará una nueva reacción de magia e ilusión.
La llegada de los hijos, sí marcará un antes y un después, pero todo se basa en escucharnos y ayudarnos en todo lo posible. Todos pasamos y pasaremos por malos momentos, la solución está en afrontarlos siempre juntos.